La maga apunta su mano hacia la cerradura y lanza una bola de fuego hacia ella. Sin embargo, la cerradura resulta ser mucho más resistente de lo esperado. La bola de fuego la golpea de frente, pero en lugar de derretirla, la desvía, creando un ruido ensordecedor. El sonido resuena por todo el calabozo, alertando a los guardias cercanos.

Los aventureros se quedan paralizados, dándose cuenta de que su escape ha sido comprometido. La bola de fuego desviada golpea una vieja tubería en ruinas en la esquina de la celda, provocando una ruptura repentina. Comienza a brotar una sustancia espesa y maloliente de la tubería, llenando lentamente la habitación.

El bárbaro, a pesar de su reciente intento parcialmente fallido de derribar la puerta, lo intenta de nuevo. Sus músculos tensos golpean la puerta repetidamente, buscando desesperadamente una forma de escapar. Cada golpe que asesta crea un eco resonante en la celda, mezclado con el desagradable olor circundante.

Abrumado por la frustración y la ira, entra en un estado de Berserk. Sus ojos se vuelven vidriosos y un rugido primal escapa de su garganta. En este frenesí, pierde el control sobre sus acciones, convirtiéndose en una fuerza bruta e incontrolable. El director de juego le indica que tire un dado.